viernes, 22 de junio de 2018

El peligro de la inteligencia artificial para la humanidad.




La capacidad de las máquinas contra las del cerebro humano



A pesar de que las computadoras solo están programadas para ejecutar comandos, lo hacen de manera mucho más rápida que el ser humano y muy pocas veces se equivocan como nosotros. Un ejemplo de ello sería una 'simple' multiplicación, por ejemplo, 567 por 397 (intente ejecutarla). La máquina daría el resultado exacto antes de que un humano siquiera se acerque a la solución. De hecho, la computadora más rápida del planeta, la Sunway TaihuLight china, podría realizar unas 90.000 billones de estas operaciones en un segundo.



Sin embargo, según destaca el profesor de Inteligencia Artificial de la Universidad Técnica Estatal Bauman de Moscú (BMSTU), Valeri I. Térejov, en una entrevista exclusiva a RT, cuando se habla de inteligencia lo importante no es la rapidez de procesamiento, sino el "paralelismo" de las acciones o cuántas operaciones simultáneas puede ejecutar un procesador, y es aquí donde el ser humano no tiene competencia.

Aunque los procesos eléctrico-químicos del cerebro para la transmisión de la información son bastante lentos, las más de 1.000 billones de conexiones que mantienen sus neuronas lo han convertido en una de las creaciones de la naturaleza más impresionantes y efectivas para la supervivencia.



Imitar a la naturaleza en beneficio de la humanidad

Como ya lo destaca Stephen Hawking, uno de los seres humanos más inteligentes de la historia, un ser artificial con capacidades superiores a las nuestras podría convertirse en algo muy beneficioso para el ser humano, pues las máquinas podrían resolver problemas para los que no tenemos soluciones, como la cura contra el cáncer.

Durante las últimas décadas, el ser humano ha obtenido buenos resultados en su intento de reproducir algunas partes de las principales funcionalidades de esta 'máquina natural'. A partir de algoritmos de última generación como las redes neuronales convolucionales (ConvNet), se ha logrado imitar funcionalidades como la vista o el oído "con más del 90 % de efectividad" en tareas de reconocimiento de las imágenes o separación de los sonidos emitidos por varios instrumentos, afirma Térejov.



"La desventaja de crear un ser muy parecido al humano es que herede nuestras capacidades emocionales y simplemente se niegue a ejecutar las tareas que se le asignen".
Valeri I. Térejov, profesor de la Universidad Técnica Estatal Bauman de Moscú.

Por el momento la Ciencia ha logrado reproducir sistemas inteligentes sencillos.

Así, científicos rusos han creado un modelo computacional completo de un gusano, uno de los organismos multicelulares 'más simples' de la naturaleza. Por su parte, asistentes personales como Siri de Apple o Alexa de Amazon, logran imitar una parte de nuestra capacidad para mantener un diálogo y buscar soluciones a problemas básicos, aunque no siempre de la mejor forma.



¿A qué le tememos?

Más allá de las múltiples ventajas de estos sistemas, muchos se plantean una posibilidad real de que se repita un escenario parecido al de películas como 'Terminator' o 'Matrix', con un final apocalíptico en el que la raza humana es dominada por seres con una inteligencia superior que nosotros mismos hemos creado.

El especialista de la BMSTU explica que existe la creencia de que a medida que enseñemos y ampliemos las capacidades de las redes neuronales artificiales, podría llegar un momento en que estas "comiencen a pensar por sí solas". Incluso actuamente existen desarrollos tan avanzados que ejecutan procesos en capas que los científicos "no logran interpretar", destaca.



Es precisamente este desconocimiento lo que causa un temor de que una hipotética capacidad evolutiva de las máquinas se convierta en un verdadero problema para nuestra especie, cuando el ser humano sea 'una molestia' para su desarrollo. Hawking advierte que ningún ser humano desearía encontrarse en una situación en la que nuestras acciones vayan en contra de estos seres más evolucionados, pues no tardarían en destruirnos al igual que nosotros lo haríamos —sin pensarlo ni un segundo— con una colonia de hormigas que se interponga en la construcción de una central hidroeléctrica.



"Existe la creencia de que si incrementamos la potencialidad de las redes neuronales artificiales, llegará un momento en que estas estructuras adquieran su propia conciencia".
Valeri I. Térejov, profesor de la Universidad Técnica Estatal Bauman de Moscú.

El temor de convertirse en esclavos de unos seres que por ahora solo nos hacen la vida más fácil se hace eco en las mentes más destacadas. Se trata de una preocupación que ha hecho que grandes personalidades del sector tecnológico como Bill Gates (Microsoft), Elon Musk (Tesla), Steve Wozniak (Apple) hayan reunido esfuerzos e incluso invertido millones de dólares en el desarrollo de tecnologías que aseguren que en el futuro las máquinas se comporten de manera 'amigable' con el hombre.



De cualquier manera, la posibilidad de crear una inteligencia artificial ideal está muy lejos de hacerse realidad. A pesar de que el ser humano vive en una época crucial en el desarrollo tecnológico, tal vez estemos a décadas o siglos de crear un ser 'superinteligente'. O quizás ese día nunca llegue.

Juan Carlos González Gusev

La diferencia entre la inteligencia y las capacidades de robots y computadoras con respecto a la mente humana es cada vez menor, incluso llegando a superarnos en algunos aspectos, lo que puede resultar preocupante.


Las máquinas y sistemas de inteligencia artificial carecen de dos cosas muy importantes: sentimientos y ética, por lo que no son capaces discernir correctamente entre el bien y el mal, ya que su comportamiento depende de programación y no de la racionalidad, por lo que, en caso de cualquier falla, podrían dañar al resto.



El científico británico Stephen Hawking, advirtió sobre las catastróficas consecuencias de la Inteligencia Artificial (AI), pues creía que los avances en este campo podrían colocar en peligro la supervivencia de los seres humanos en un futuro no muy lejano.


Durante una de sus últimas entrevistas ofrecidas a la BBC, aseguró que una mayor eficacia de las máquinas harán que estás se deshagan de las personas y su ambición de alcanzarlo todo, la humanidad correría el riesgo de arruinarse a sí misma.



“Creo que el desarrollo pleno de la inteligencia artificial podría significar el fin de la raza humana. Los robots podrían llegar a tomar el control y se podrían rediseñar a sí mismos para desbancar a los humanos” sentenció Hawking, quien era considerado además una de las figuras más influyentes en el mundo de la ciencia.

Sostuvo que las formas primitivas de inteligencia artificial desarrolladas hasta ahora ya han sido útiles, pero temía por las consecuencias de crear algo que pueda superar la inteligencia de lo humanos, por esto pidió  al gremio identificar los peligros de la Inteligencia Artificial, usar las mejores prácticas posibles y preparar a la humanidad para las posibles consecuencias negativas.



“Tenemos que llevar el conocimiento más allá de la discusión teórica respecto a cómo debería ser la IA y tomar decisiones para asegurarnos que planeemos cómo puede ser”, agregó.


Es de resaltar que este genio de la física fue autor de buena parte de los descubrimientos de la astrofísica moderna, como las nueva teoría del espacio-tiempo y la radiación de los agujeros negros que denominó como el “big bang”.


jueves, 29 de marzo de 2018

El novelista que creyó que vivimos en una mente cósmica.

EN UN RAPTO MÍSTICO, PHILIP K. DICK CREYÓ ENTENDER QUE VIVÍAMOS DENTRO DE UNA MENTE CÓSMICA QUE DE ALGUNA MANERA CREABA Y PERCIBÍA EL MUNDO EN UN MISMO ACTO VINCULATORIO. TAL VEZ EL MUNDO SÓLO SEA LA MIRADA DE LA DIVINIDAD QUE SE MIRA A SÍ MISMA Y SE HECHIZA


Philip K. Dick...

es probablemente el novelista de ciencia ficción más influyente en la actualidad, luego de que se han filmado con gran éxito numerosas novelas suyas después de su muerte. Lo que resulta más enigmático de la obra de Dick es que en ella no se encuentran solamente los altos vuelos de un autor dotado de una gran imaginación sino las especulaciones metafísicas de quien fuera en los últimos años de su vida un místico atormentado por una extraña visión. En Dick tenemos quizás una versión posmoderna de lo que en la antigüedad, protegidos por una tradición y con todo un contexto de asimilación, eran los profetas. 

El momento que alteró la vida y la conciencia de Dick hasta su muerte ocurrió en febrero de 1974. El 20 de febrero, después de que le habían removido las muelas del juicio, Dick pidió a la farmacia unos analgésicos. Una chica repartidora tocó a su puerta, al abrir Dick notó una medalla brillante con el signo cristiano del ichtus (el signo de Piscis). En lo que luego describiría como "la invasión de la mente cósmica", Dick entró en una suspensión temporal contemplando este símbolo:

En ese instante, mientra volteaba a ver el símbolo del pez brillante y oía sus palabras, experimenté de súbito lo que luego descubrí se conoce como anamnesis —una palabra griega que significa, literalmente, "pérdida del olvido". Recordé quién era y dónde estaba. En un instante, en un parpadeo, todo regresó a mí. Y no sólo podía recordarlo: lo podía ver. La niña era una cristiana secreta y yo también. Vivíamos con miedo de ser detectados por los romanos. Teníamos que comunicarnos con signos crípticos. Ella me había dicho esto y era verdad...

En su ensayo "How to Build a Universe That Doesn’t Fall Apart Two Days Later", Dick añade que en ese episodio de anamnesis "Me acordé de Jesús, que acababa de estar con nosotros y  se había ido, pero que regresaría pronto". Compartía con la chica el deleite de la conspiración, una alegría secreta de que "más allá de las apariencias, Cristo iba a regresar". Aquí yace la clave de la teología gnóstica (devenida cyberpunk) de Dick: el mundo es el reino de la apariencia, el simulacro de un demiurgo, pero es nuestra labor recordar la verdad, de alguna manera diluir el programa artificial superpuesto para corregir, como si fuere, el error en el sistema. Una especie de tikkun en un mundo de realidad virtual: "¿Qué pasaría  si nuestro universo empezara como algo no del todo real, una especie de ilusión, como la religión hinduista sostiene, y Dios, por amor y caridad hacia nosotros, lentamente lo está transmutando, lenta y secretamente, en algo real?".




En las semanas siguientes a este episodio --curiosamente durante el período del Sol en Piscis-- Dick experimentó una serie de visiones y comunicaciones que ocuparían el resto de sus días en una labor de exégesis (más de 9 mil cuartillas reducidas a una obra póstuma de 900 páginas, The Exegesis). Las visiones provenían de patrones abstractos y de un "rayo láser rosa" que descargaba a su cerebro un flujo de información de carácter gnóstico. Dick intentó ficcionar este evento en ese experimento de especulación metafísica/autopsicoanalítica que es VALIS: Vast Active Living System, el nombre que Dick dio a la modalidad de un cosmos holográfico de información viviente que se había imbricado inextricablemente con lo real. Poseído por esta transmisión Dick escribía furiosamente en la noche psicografía religiosa y componía sus últimas novelas como una sola metanovela explorando con un prisma todos los ángulos de esta visión central. Al parecer nunca logró determinar bien a bien la naturaleza de sus visiones y formar una cosmología coherente, sin embargo sí legó notables fragmentos que quizás algún día puedan considerarse escritura sagrada, retazos del Logos, del Verbo de la Luz.

En The Exegesis Dick cuenta haber sentido  la impresión de por primera vez percibir la realidad "levantando una oclusión"... se presentó "una imagen inescrutable de lo que parecía información viviente, un campo unitario, presincronizado, de transformaciones autoemergentes... la premisa de que Dios se asegura de que comprendamos (eso es, que la experiencia sea inteligible) y que creamos (lleva la fuerza del absoluto)". Una enigmática relación entre comprender y creer, saber y tener fe como un mismo movimiento de la inteligencia que busca la divinidad. Quizás la misma relación que hay entre crear y percibir. Explica en otro fragmento:

Todo lo que pude descubrir fue que la imagen convencional que normalmente recibimos --y compartimos aparentemente-- no es en realidad lo que está ahí; lo que está ahí no está ni siquiera en el tiempo o en el espacio, ni tiene que ver con la causación. Parece que hay una mente y nosotros estamos en ella... Somos solamente células en una colosal y desaforada mente que hace la realidad y a la vez percibe la realidad --algo así, lo importante aquí siendo que existe una forma de relación entre la creación de la realidad y la percepción de la realidad-- el percipiente es el cosmogenitor, y también, el cosmogenitor es el inesperado percipiente de su propia creación.

Dick creía que en su nivel más profundo el cosmos era --lo que nosotros también somos en un nivel esencial-- una mente o alma y la realidad o el mundo que experimentamos un pensamiento. Pero desde el gnosticismo cristiano irredento, esta visión era angustiante para Dick puesto que la realidad que experimentamos, según él, es la de una mente de otra mente, una copia, una mente inferior a la de la unidad divina absoluta, la de un demiurgo maligno que usurpa el lugar del Creador. El pensamiento que tendía el demiurgo era una alucinación temporal, ese momento en el que Jesús había sido detenido y los cristianos perseguidos, "una prisión de hierro negro", la historia como un loop pesadillesco del cual no podemos despertar. En otro fragmento de la monumental Exegesis, Dick dice: "Valis en mí era mi propia mente, era Dios pero Dios caído, olvidadizo, desintencionado cosmogenitor del mundo. La 'computadora binaria' con el switch que genera la 'info que hipostasiamos como el mundo' es mi propia mente creando irreales mundos-prisiones para mí".

El hilo de las especulaciones de Dick es fascinante y el lector habrá reconocido en él no sólo la trama de algunas de sus novelas sino de innumerables argumentos que han sido explorados por decenas de series y películas, entre ellos la misma The Matrix. Perseguirlo nos podría colocar en el centro del laberinto y no estamos seguros de contar con la asistencia de Ariadna y su hilo psíquico. Sin embargo, quiero detenerme, para concluir prontamente, en esta idea fascinante de que la Mente o Valis crea la realidad a la vez que la percibe, una intuición que explica de alguna manera el paso o tránsito del Creador a la Creación, siendo a la vez lo que se percibe y quien percibe, una intuición que resuena por supuesto con la noción hinduista de Vishnu como la sustancia misma del cosmos y la experiencia subjetiva del cosmos a través de su desdoble material avatárico (por ejemplo Krishna, cuyo epíteto es "el supremo gozador" del universo, una extensión de la personalidad suprema para experimentar el deleite múltiple de la forma). Un universo creado para ser experimentado por el Único.  

La misma idea la podemos encontrar --bajo cierta licencia interpretativa-- en la interpretación de Copenhague de la mecánica cuántica: el acto de observar es lo que determina la realidad que emerge. Antes de medirse, las partículas no tienen estados fijos, existen en superposición, son de hecho todas las cosas, nadando en el mar indiferenciado de lo infinito. Es la mirada del científico en el laboratorio, la mirada extendida a través de la tecnología, pero mirada al fin, la que hace que la unidad se desdoble en multiplicidad: una partícula que aparece separada y con una realidad relativa a la observación.



El mundo es la mirada de la Mente Divina que se mira a sí misma... y se abisma en sí misma, se hechiza y se olvida... hasta que despierta. Un parpadeo en la mente de Brahma... En el Poimandres de Hermes se habla de cómo el Hombre Cósmico Andrógino descendió al mundo reflejando su imagen en el espejo de la materia, atrayendo a la naturaleza (a la Gaia-Sophia) con su divina semejanza y viendo en ella su misma divinidad, así atravesando la escalera de los siete planetas o siete poderes creativos por el deseo de crear su propia obra. De nuevo una creación-percepción: el acto de ver su imagen en el agua --un ardor en las olas-- es el amanecer  del mundo. Rene Schwaller de Lubicz, el autor intelectual del misterio de Fulcanelli, dice en El templo del hombre: "La unidad crea al 'mirarse a sí misma'". Y, como Dick, sostiene también que existimos en (somos) una Mente Cósmica: "el universo no es más que conciencia, y en su aparición no es más que evolución de conciencia de principio a fin, el final siendo un regreso a su causa. Es el propósito de todas las religiones iniciáticas enseñar el camino que lleva a esta última integración". Tal vez este era el secreto de la luz en el collar de la chica que tocó a la puerta, luz que se reflejó en los ojos de nuestro moderno profeta.  

La llamada "Versión Oficial De Los Hechos".





Existe una expresión denominada “versión oficial de los hechos”. Una autoridad dependiente de una organización pública o privada es la encargada de ofrecer o facilitar una historia de los acontecimientos. Esa versión es más realista cuanto más importantes sea la organización que expone dicha versión. Por ejemplo: no es lo mismo que la Academia Rusa de Ciencias afirme que el petróleo no proviene de restos fósiles (contrariamente a lo que siempre hemos pensado) o que los representantes del Masachusetts Institute of Technoly (MIT) afirmen que es de origen fósil. En Occidente siempre va a tener más verosimilitud esta última versión.

La versión oficial, recogida en los libros de ciencia, reúne las conclusiones finales efectuadas por científicos financiados por el magnate David Rockefeller, quien en 1892 introdujo en la comunidad científica internacional la teoría sobre el origen fósil del petróleo.

Ante la peculiaridad y disparidad de ambas versiones, debemos preguntarnos por qué quieren convencernos de que el petróleo es un subproducto resultante de la putrefacción fósil de vegetales y animales. La respuesta es sencilla: el objetivo es crear la sensación de escasez en la mente de los compradores para poder justificar los precios desorbitados que sufren los consumidores.

Todos y cada uno de los libros de ciencias que estudian los jóvenes en sus años académicos enseñan que el petróleo es un derivado fósil, y han forjado en sus mentes una versión oficial con la que han vivido varias generaciones, incluida la nuestra. Nadie se plantea otra posibilidad más que la de que el petróleo es de origen fósil y se acaba. Recordemos que la escasez de oferta, unida a una fuerte demanda, proporciona beneficios incalculables, como lo fueron los obtenidos por la Standard Oil de Rockefeller a principios del siglo XX gracias a ésta teoría. Nadie se molestó en estudiar los serios trabajos de Nikolai Kudryavtsev, científico de la extinta Unión Soviética, quien afirmaba con pruebas que el petróleo era de origen mineral. Solo químicos rusos como Marcellin Berthelot y Dimitri Mendeleiev confirmaron tal posibilidad.

La “versión oficial” se difunde a través de nuestros periódicos, ahoga los libros de texto y, ya sea por televisión o por radios, bombardea nuestro entendimiento de forma constante. Nadamos en un mar de mentiras, y de la misma forma que el pez no percibe el agua en la que se mueve, nosotros tampoco percibimos la mentira.

Pero la “versión oficial” no es nueva. Copérnico, Galileo, Giordano Bruno, Miguel Server, etc., fueron mentes que trataron de romper el sistema rígido de pensamiento en su tiempo. Giulio Cesare Vanini, quien afirmaba que el hombre descendía del mono, fue quemado vivo por la Inquisición en 1619, y Pietro d’Abano murió en prisión en 1316 por aplicar prácticas médicas hoy comunes. No olvidar a García de Orta, que también en la hoguera en 1568 por intentar revolucionar la medicina realizando las primeras necropsias. La lista de todos aquellos que lucharon contra las asentadas e inamovibles versiones oficiales es tan larga que se necesitaría una enciclopedia para poder tratarlos a todos y cada uno de ellos.

Al igual que se afirma en uno de los documentos más sabios que se conversan, El Kybalion de Hermes Trimegisto, como afirma que como fue antes, es ahora: y las mismas fuerzas que quemaron, encarcelaron y torturaron a aquellos audaces defensores de la “conspiración” siguen operando hoy en día.
Han cambiados sus caras, pero sus intereses y las instituciones que los auspician siguen siendo los mismos.

Las personas que realmente dominan el planeta tienen acceso a esa parte de la información que a la mayoría le han omitido, ofuscado o adulterado. Ellos acceden al conocimiento y a la sabiduría que nos han censurado y de ése modo perpetúan su poder. Cambian únicamente sus nombres y, al tener vínculos de sangre, se suceden unos a otros eternamente.

Desde la infancia nos han impuesto creencias, reglas morales y doctrinas religiosas que controlan nuestra mente y nuestro espíritu para evitar que descubramos nuestro potencial.

Citando la frase de Jordan Maxwell, “nada es lo que parece ser”, quizá las instituciones educativas no estén solo para educar. Parece formar parte de una gran confabulación orquestada para que seamos siervos de unos invisibles amos.

Evidentemente la medicina tampoco es lo que parece.

La ancestral medicina natural basada en el empleo de plantas medicinales como tratamiento para curar enfermedades ha sido cercenada en pro de la química farmacéutica. Por ejemplo en España, en 2004, se prohibieron 190 plantas, de las cuales 100 eran utilizadas por sus propiedades medicinales desde tiempos ancestrales. Legislan en favor de las grandes corporaciones farmacéuticas, que no persiguen precisamente la salud y bienestar, sino sus intereses financieros. Y es que cuando la salud es un negocio, cabría hacerse una pregunta: ¿Qué es más rentable para algunas corporaciones: mantener al enfermo vivo y medicado o sanarlo por completo?. El sistema ha sabido atar las manos a los médicos, que prescriben tratamientos afines a los intereses de esas poderosas corporaciones farmacéuticas. Al médico que decide transgredir la medicina oficial le es retirada su licencia médica, tal como le ocurrió a la doctora Ghislaine Lanctot, quien, después de ejercer la medicina durante 27 años, se vio apartada de la profesión por afirmar en su libro “La Mafia Médica” que las farmacéuticas apuestan por el mantenimiento de las enfermedades en vez de por la curación definitiva, algo que, evidentemente destruiría su propio negocio.

Está claro que, detrás de la percepción del funcionamiento de cada institución, siempre existe “algo” que se nos omite; algo que, como si fuésemos niños, no nos cuentan porque el mero hecho de saberlo inhibiría en nuestra mente el poder de ser engañados nuevamente. La falsa percepción de la realidad se implanta en nuestra mente como los cimientos de una casa, algo no podemos destruir, a no ser que destruyamos previamente la casa.

Por consiguiente, si nada es lo que parece y la conspiración es generalizada, entonces la llamada “teoría de la conspiración” deja de ser una teoría y se transforma en una ley. En muchos casos, la teoría de la conspiración está tan abrumadoramente plagada de pruebas.

Los césares mueren, los presidentes son asesinados y las guerras nacen de conspiraciones. No hay más que leer los libros de historia de manera correcta para comprender que, en realidad, es la conspiración la que forjado el destino del ser humano en éste minúsculo planeta. Así que, aquellos a quienes la gente llama “conspiracionistas” quizá deberían llamarlos “historiadores.”